Los datos sobre la desnutrición infantil en Argentina son alarmantes: alrededor del 4% de los niños y adolescentes entre 0 y 17 años padece de desnutrición. Según la Organización Mundial de la Salud, ésta contribuye a un tercio de todas las muertes infantiles. Esta cifra por sí sola no dice mucho, pero se pueden apreciar las consecuencias de ello: la desnutrición o malnutrición afecta directamente el desarrollo cerebral del niño, impidiendo que éste pueda desarrollar todo su potencial cognitivo, emocional y conductual. Retrasa la maduración psicomotriz del niño, afectándolo, en ocasiones, de manera irreversible, y lo expone a la posibilidad de padecer enfermedades infecciosas agudas o crónicas. Asimismo, esto impacta en las poblaciones más vulnerables, quienes tienen dificultades para acceder a instituciones de salud que garanticen el cumplimiento de sus necesidades y demandas.
Los primeros años de vida del ser humano pueden determinar el posterior desarrollo de todo su potencial. Por ello, es fundamental preservar los primeros 1000 días de vida del niño, desde la concepción hasta los dos años de edad.
De acuerdo a los datos brindados por el Dr. Abel Albino, titular de Fundación CONIN, para erradicar la desnutrición en Argentina, se necesitan 4000 centros de prevención y 15 hospitales para desnutridos de tercer grado. La lucha contra este flagelo debe realizarse con el compromiso gubernamental y social, otorgando prioridad a la satisfacción de una necesidad elemental como la alimentación adecuada y suficiente. El compromiso de todos y cada uno de los miembros de la sociedad suma a la incansable lucha por el bienestar de nuestros niños.